Manual de censura 4T ¡Ah, qué nostalgia! Recordar cuando la libertad de expresión era un derecho constitucional y no una sugerencia gubern...
Manual de censura 4T
¡Ah, qué nostalgia! Recordar cuando la libertad de expresión era un derecho constitucional y no una sugerencia gubernamental. Pero tranquilos, ciudadanos, que la flamante "Ley Censura" de la Cuarta Transformación viene a salvarnos de tan incómoda libertad. Porque, claro está, distinguir entre "información" y "opinión" es tan sencillo como explicarle trigonometría a un ajolote.
Esta obra maestra legislativa, tan "ciega ante la realidad tecnológica" como Helen Keller en un concierto de rock, nos obliga a navegar por un laberinto kafkiano donde solo algunos medios serán bendecidos con la mordaza. Pero no se alarmen: la Presidenta Sheinbaum, con esa sinceridad que caracteriza a los políticos mexicanos, nos tranquiliza asegurando que "jamás sería nuestra intención censurar". Por supuesto que no, señora Presidenta; solo quieren "regular" la verdad, como quien regula el clima.
Mientras tanto, en Puebla, la innovación del "ciberasedio" convierte a cualquier tuitero en un potencial recluso. Porque nada dice "democracia moderna" como criminalizar las opiniones en 280 caracteres. Y en Campeche, donde los periodistas son "vinculados a proceso" con la misma facilidad con que uno encarga tacos, la profesión se convierte en un deporte extremo.
¡Qué hermosa transformación! Donde el poder absoluto no solo corrompe absolutamente, sino que además lo hace con el descaro de un vendedor de biblias en Tepito. Bienvenidos al México donde criticar al gobierno es más peligroso que ser alcalde en Michoacán.
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Cuando la invasión se vuelve política de Estado
¡Eureka! Octavio Romero Oropeza, ese agrónomo que convirtió a Pemex en un hoyo negro más profundo que el de Chicxulub, nos trae ahora su genio administrativo al sector vivienda. Su revolución habitacional es tan simple como brillante: ¿Para qué trabajar décadas cotizando cuando puedes simplemente invadir?
El nuevo lema del Infonavit parece ser: "¿Okupas? ¡Bienvenidos al sueño mexicano!" Porque nada dice "justicia social" como premiar la ilegalidad con escrituras baratas. Esos ingenuos trabajadores que cotizaron religiosamente durante décadas, pagando impuestos como buenos ciudadanos, ahora pueden contemplar cómo los "ocupantes irregulares" obtienen su casa con descuentos de liquidación.
Esta política no solo "incentivará la invasión de inmuebles" —como si necesitáramos más incentivos en un país donde la informalidad es deporte nacional— sino que representa un golpe mortal a esa anticuada noción del "Estado de derecho". ¿Y si el crimen organizado decide diversificar su portafolio inmobiliario? ¡Pues bienvenido sea! Al fin y al cabo, en el México transformado, la diferencia entre un invasor y un beneficiario gubernamental es solo una cuestión de semántica.
Romero Oropeza, con la misma eficiencia que demostró hundiendo la petrolera nacional, ahora nos demuestra que destruir el sector vivienda es igual de fácil. ¡Viva la meritocracia al revés!
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‘Benditas’ Elecciones Judiciales
El "parteaguas democrático" de la elección judicial ha resultado ser más bien un parteaguas hacia el abismo. Pero no se preocupen, ciudadanos: el INE, esa institución que alguna vez fue ejemplo continental, validó este ejercicio de prestidigitación electoral con un ajustadísimo seis votos a favor y cinco en contra. Porque nada dice "legitimidad" como ganar por la mínima diferencia después de un escrutinio que haría sonrojar a Maduro.
Las "graves irregularidades" —eufemismo que en México significa "fraude descarado"— incluyeron acordeones electorales con hasta 91% de coincidencia. ¡Qué casualidad! Aparentemente, los electores mexicanos desarrollaron una uniformidad de criterio que ni los gemelos siameses. Las "urnas embarazadas" y las boletas "planchadas" completaron el cuadro de una comedia electoral que habría hecho reír a Cantinflas.
La participación ciudadana del 5.9% del padrón electoral fue tan representativa como una encuesta hecha en la casa de Palacio Nacional. Pero la consejera presidenta Taddei, con la cara de póker de un jugador profesional, insiste en que el INE "cumplió su función" y "no se dobla". Claro que no se dobla, señora Taddei; se contorsiona como acróbata del Cirque du Soleil.
Con seis consejeros "pro-acordeón" y un Tribunal Electoral más afín al oficialismo que un mariachi en una posada, la justicia electoral mexicana ha demostrado que la coreografía política puede ser tan elegante como un vals vienés. Solo que en lugar de música, tenemos el sonido de una democracia desafinando.
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Diplomacia mexa en clase turista
El debut internacional de nuestra "wonderful woman" en el G7 prometía ser el bautizo diplomático del sexenio. Pero como en toda buena telenovela mexicana, el galán principal —Donald Trump, autoproclamado "rey del mundo"— decidió cancelar el encuentro cara a cara, dejando a nuestra mandataria con unos "retortijones severos" que ni el Pepto-Bismol podría curar.
Pero no todo fue tragedia: la "muy buena conversación telefónica" salvó el honor patrio. Porque en el mundo de la diplomacia moderna, hablar por teléfono es prácticamente como estar ahí. Es como decir que viste el concierto de los Beatles porque escuchaste "Hey Jude" en Spotify.
La "austeridad republicana" brilló en todo su esplendor: mientras la Presidenta viajaba en clase turista —probablemente entre un vendedor de biblias y una señora con tres gallos— su comitiva se deslizaba en un jet privado de la Marina. Porque nada dice "gobierno del pueblo" como la diferencia de clases a 30,000 pies de altura.
Este "protagonismo indiscutible" al estilo 4T nos recuerda que en México, la simulación no es un arte, es una forma de vida. Y si no puedes tener una reunión presidencial de verdad, al menos puedes fingir que la tuviste. ¡Viva la diplomacia de telenovela!
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No vale nada la vida (de un alcalde)
Ser alcalde en México se ha convertido en el equivalente político de ser domador de leones sin experiencia: emocionante, bien pagado, pero con una expectativa de vida preocupantemente baja. La profesión ha evolucionado de "servidor público" a "blanco móvil" con una facilidad que asombra hasta a los actuarios de seguros de vida.
La alcaldesa de Tepalcatepec, asesinada en su propio "territorio blindado" —blindado como papel de china contra balas— es apenas una muestra más de que en México, el crimen organizado no solo impone sus reglas, sino que las aplica con la puntualidad de un suizo. Ni el respaldo del "Abuelo Farías" pudo protegerla, lo que nos demuestra que en este negocio, las garantías son más ficticias que las promesas de campaña.
En Sinaloa, con sus 1,469 homicidios y 1,559 desaparecidos, el gobernador "minimiza la situación" con la misma naturalidad con que uno minimiza un resfriado. Porque cuando los números suenan a genocidio, lo mejor es tratarlos como estadísticas de gripe estacional.
Los "abrazos no balazos" han resultado tan efectivos como combatir el cáncer con homeopatía. Tanto, que hasta el hijo de Trump cree que lanzar cohetes en territorio mexicano es tan normal como pedir una hamburguesa. En esta "cuarta transformación", la impunidad no solo potencia la violencia, sino que la convierte en espectáculo de entretenimiento familiar.
¿La solución? Pues seguir abrazando, que ya veremos si los delincuentes eventualmente se conmueven por tanto cariño gubernamental.
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Manual 4T para destruir instituciones
Las instituciones públicas mexicanas han encontrado en la 4T no solo un gobierno, sino un verdadero manual de destrucción eficiente. La CFE, bajo la tutela de Manuel Bartlett —ese prócer de la democracia mexicana que ha sobrevivido más cambios de gobierno que una cucaracha nuclear— se convirtió en el paraíso de los "jefes en pañales" y subdirectores con currículums más turbios que agua de Xochimilco.
Gente sin "capacidad" ni "experiencia" —pero con mucha lealtad— que "duplican, triplican y hasta cuadruplican su salario" mientras la empresa sufre "la tercera pérdida más grande" de su historia. Porque nada dice "eficiencia energética" como contratar a tu cuñado para dirigir una empresa que mueve miles de millones.
La CNDH, con Rosario Piedra al frente, vaga en estado "comatoso" por los pasillos de los derechos humanos, funcionando más como "instrumento del poder" que como defensora de garantías. Su labor es tan efectiva como un paraguas de papel en huracán: se ve bonito, pero no sirve para nada cuando llueve.
Y en la SEP, mientras la Presidenta "pide diálogo" con la elegancia de una diplomática, Marx Arriaga incita a la "insurrección" con el tacto de un tractor en una cristalería. Porque en el México transformado, la contradicción no es un defecto, sino una característica del sistema.
El nepotismo se ha refinado tanto que ya no es nepotismo: es "política de recursos humanos inclusiva". Porque cuando todo el mundo lo hace, ya no es corrupción, es cultura organizacional.
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El flan opositor
La oposición mexicana ha logrado convertirse en un caso de estudio para politólogos especializados en "cómo no hacer oposición". Mientras el país enfrenta asedio desde todos los flancos, estos gladiadores de la democracia se entretienen celebrando "triunfos pírricos" que suenan más a derrotas épicas con marketing.
El PAN, "atrapado en el pasado" como turista perdido en el tiempo, sigue debatiendo si Marko Cortés llega tarde para impugnar algo que ya perdieron hace tres sexenios. Su estrategia política tiene la efectividad de un manual de instrucciones de IKEA: prometedora en teoría, incomprensible en la práctica.
El PRI, con la "calidad moral" de Alejandro Moreno en entredicho —y cuando digo "en entredicho" me refiero a que está más cuestionada que la honestidad de un vendedor de autos usados— parece más contento cediendo el Congreso a Morena que oponiéndose de verdad. Su resistencia es tan férrea como mantequilla al sol.
Su "actitud política SÍ nos ha impactado", pero solo en el sentido de que nos demuestra que, para este gobierno, la verdadera oposición no viene de los partidos, sino de la sociedad civil. Esa que califican como "farsantes" con la misma facilidad con que un niño califica de "malo" a quien no le da dulces.
¡Qué falta nos hace una oposición "ilustrada y patriota"! O al menos, una que no se dispare en el pie con la precisión de un francotirador olímpico. Porque en este momento, la oposición mexicana tiene menos efectividad que un paracaídas de plomo.
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¿Miedito? Trump juega con fuego y México paga la gasolina
El drama en Medio Oriente se ha convertido en el regalo navideño que nadie pidió, cortesía de la "paciencia agotada" de Donald Trump. Con su amenaza de "rendición incondicional" a Irán y su peculiar habilidad para geolocalizar al Ayatolá Jamenei ("sabemos exactamente dónde se esconde"), el mundo se asoma al precipicio de una guerra que convertirá nuestro peso en confeti y nuestra gasolina en elixir de lujo.
Trump, ese "pirómano" geopolítico al que "no le preocupa en lo más mínimo que el conflicto escale", maneja la diplomacia como un adolescente maneja los fuegos artificiales: con mucho entusiasmo y cero previsiones de seguridad. Su brújula moral no solo está descompuesta, sino que apunta directo al caos.
Mientras el mundo tiembla ante la posibilidad de una conflagración que haría ver la Segunda Guerra Mundial como una discusión de vecinos, México se aferra a la idea de que su "protagonismo indiscutible" servirá de algo más que anécdota en los libros de historia. Porque nada dice "potencia mediadora" como un país que no puede ni mediar entre sus propios cárteles.
¿La solución mexicana? Seguir hablando de "austeridad republicana" mientras el mundo se prende fuego. Porque en este sexenio, la realidad es solo una sugerencia, y la geopolítica, un hobby dominical.
Al final, cuando los precios de los combustibles se disparen más que cohete espacial, podremos consolarnos recordando que al menos nuestro gobierno mantuvo la compostura. Hasta que llegue el recibo de la luz.
