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[PODCAST] Tatuajes: historia de un arte (aún) cuestionado

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Hace solo 50 años los tatuajes eran muy inusuales, y hoy están en todos lados.


Hay algo en nuestro ADN, y no hay forma de explicarlo, que nos impulsa a marcarnos el cuerpo. Y cada persona que lo hace quiere esa marca lo suficientemente distinta para diferenciarse claramente de todos los demás.

Y ahora los tatuajes están en todos lados.

Deportistas, estrellas de cine y hasta jefes de estado -un ejemplo es Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá-.

Según cifras del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), una de cada 10 personas en el país tiene un tatuaje, eso significa que al menos 12 millones de mexicanos están tatuados.

Hoy ya es algo prácticamente normal. Y ya vemos que cada vez más y más convenciones de tatuaje se realizan no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo,

Pero hace solo 50 años los tatuajes eran muy inusuales. Y por raro que parezca, en muchos lugares del mundo, aún siguen siendo una rareza.

En China está prohibido que aparezcan en televisión. En Japón aún está prohibido que personas con tatuajes puedan usar albercas públicas y spas. Y en los Emiratos Árabes los aspirantes al ejército deben eliminarlos para poder unirse.

Los humanos han marcado sus cuerpos desde el inicio de la civilización. No hay forma de determinar dónde exactamente surgieron, pero lo que sí es claro es que tenemos el impulso natural de marcar los eventos importantes.

Los antropólogos descubrieron que culturas antiguas que nunca se conocieron desarrollaron sus propios tatuajes y tradiciones relacionadas con ellos.

Ötzi, también conocido com el Hombre de Similaun o el Hombre de Hauslabjoch, es una momia humana congelada que data de más de 5000 años, y tiene 61 tatuajes, lo cual prueba sin lugar a dudas este fenómeno a nivel sociológico.

Mi nombre es Antonio Zapata, mejor conocido como ELREPORTERO, y en este podcast, que inaugura la participación de nuestros podescuchas que nos mandaron por Whatsapp y Telegram sus opiniones sobre los tatuajes, exploraremos como una costumbre milenaria casi se pierde y hoy es ya toda una moda.

Muchos de los tatuajes que vemos hoy vienen de antiguas tradiciones que los usaban como escudos y como muestras de logros en batallas. Su uso era común en comunidades indígenas de todo el mundo durante milenios y generalmente tenían como parte de su tradición la llegada a la mayoría de edad, la pertenencia a un grupo o tribu y como fuente de poder espiritual.

Las primeras herramientas para hacer los tatuajes eran simples, como espinas o pedazos de hueso, así que los diseños que se podían hacer con ellos eran patrones geométricos simples.


Los símbolos se inspiraban en el ambiente que rodeaba a los realizadores, así que representaban plantas, animales, olas, montañas, el sol y las estrellas.

El tatuaje era, y por supuesto todavía es un ritual doloroso, y una vez terminado, marcaba el lugar de quien lo recibía en la comunidad, especialmente en las culturas insulares del pacífico, como Samoa.

Estas tradiciones se desarrollaron sin interrupción por generaciones hasta que llegaron exploradores europeos. En Europa, el tatuaje se vio poco por casi mil años, sobre todo porque el Cristianismo, el Judaísmo y el Islam lo condenaron como una profanación del cuerpo.

Cuando el explorador británico James Cook llegó a la isla de Tahití en 1769 registró las prácticas de los indígenas, y escribió que "Ambos sexos pintan sus cuerpos, tattow, como ellos lo llaman".

La palabra tahitiana tattow es la que hoy se usa en todo el mundo.

Tan pronto como los europeos descubrieron el tatuaje comenzaron a borrarlo. Colonizadores y misioneros que hacían viajes como el de Cook, tomaron control de las islas y prohibieron el tatuaje tradicional, porque una vez que les quitaban el tatuaje era más sencillo subyugar a sus habitantes a los ideales occidentales y romper estos patrones locales de poder y creencias.

Aunque el colonialismo y la Iglesia lo intentaron, no pudieron eliminar por completo estas tradiciones, e irónicamente fueron los propios exploradores los que la mantuvieron, pues registraron en sus reportes no sólo las prácticas, sino los mismos diseños de las marcas corporales, que ahora en nuestros días son usados como referencia para los tatuajes modernos.

Sin embargo, hay otros diseños que tienen un significado más profundo, en particular los tatuajes que ostentaban los criminales. Por siglos, los japoneses que infringían la ley eran castigados con tatuajes en el rostro o en los brazos. Esta práctica judicial dejó de aplicarse a fines del siglo XVII, pero aún era muy socorrido que quienes quedaban marcados de esta forma buscaran ocultar sus marcas con motivos decorativos muy grandes.

El tatuaje en Japón se volvió un furor a partir de 1827, cuando el dueño de una imprenta, Utagawa Kuniyoshi, imprimió imágenes del famoso libro Suikoden, que incluía bandidos legendarios cubiertos de tatuajes.

Sus impresiones fueron motivo de admiración, y casi de inmediato la gente en Edo, la actual ciudad de Tokyo, se hacía tatuajes de esos héroes con la idea de adoptar sus características, y eran enormes porque así los había presentado Kuniyoshi en sus impresiones. Solían cubrir toda la espalda e ilustraban una sola imagen, dando inicio al estilo japonés tradicional o Irezumi, que puede tardar años en aplicarse y cuya característica son los colores brillantes e imágenes grandes de mitos y monstruos dibujados con rasgos exagerados y rodeados por elementos naturales como nubes y olas.

El gobierno japonés prohibió el tatuaje en el siglo XIX, por lo que inicialmente el Irezumi lo usaban quienes querían verse peligrosos, malos y de respeto.

El uso de tatuajes en Japón hoy es legal, pero en ese país aún se lo asocia mucho a la criminalidad con la que evolucionó por generaciones. Y la forma artística se volvió un símbolo visual de la mafia japonesa Yakuza.

Pero en el resto del mundo, esta tradición japonesa influyó muchísimo, y es por eso que hoy aún vemos olas, viento y peces koi que empezaron hace más de un siglo en una remota isla del océano Pacífico.

También vemos corazones y flechas en muchos tatuajes, pero ese es el estilo americano clásico, y originalmente sólo lo usaban los marineros, tradición que también se remonta muchos siglos atrás. Sus imágenes solían incluir iniciales, temas náuticos y símbolos patrióticos, y sus diseños se dejaban en hojas llamadas flash y se elegían de la pared de los lugares donde se aplicaban, lo que unificó criterios como los de la golondrina, que se tatuaban sólo quienes lograban navegar 5 mil millas náuticas, o sea, 9 mil kilómetros, que en ese tiempo era extremadamente difícil y peligroso. Así que un marino con dos o más golondrinas en su cuerpo era considerado toda una leyenda de los mares.

Tatuarse un barco de velas sólo lo podían hacer los marineros que habían logrado la proeza de rodear el Cabo de Hornos, en la costa sur de Chile. También se hacían tatuajes para mostrar los lugares exóticos que habían visitado.

Ese estilo se extendió cuando apareció la primer máquina para hacer tatuajes en 1891, lo que hizo el proceso mucho más rápido, sobre todo para quienes comenzaron a hacerse tatuajes con un propósito económico, particularmente quienes tenían la ambición de ser atracciones de circo. Esto tuvo muchísimo impacto en las zonas rurales de Estados Unidos, en donde se creó este estilo de íconos de bordes gruesos, bloques de color brillante y sombreado negro.

Tal como sucedió en Japón, grupos criminales del mundo aceptaron su mala reputación y usaron esta técnica para verse peligrosos y separarse de la sociedad.

El tatuaje prosperó en las cárceles, donde los reclusos usaban materiales improvisados, como cuerdas de guitarra y ceniza, por eso mismo tenían líneas finas y ningún color, lo que también se volvió un estilo distintivo, particularmente entre pandilleros y motociclistas.

Pasaron muchos años, hasta que en los 70s los tatuajes comenzaron a aparecer en fotos de moda y revistas influyentes. De esa forma comenzaron a aparecer establecimientos de tatuajes donde además de los tradicionales se ofrecía a los clientes inventar sus propios diseños, así que ya no solo se usaban para crear cierto tipo de personas o de grupos, sino que también atrajo a nuevos tipos de clientes.

La visibilidad de los tatuajes explotó en 1981 con la llegada de la televisora por cable MTV, que mostró todo un universo de estrellas y artistas con tatuajes, y que a su vez se convirtieron en la personificación de lo que estaba de moda, lo genial, lo moderno, un retrato del momento, lo necesario para estar a la par de los ochentas.

La gente enloqueció por los tatuajes, y comenzó a coleccionar y mezclar en sus cuerpos diferentes tatuajes con formas nuevas y personales con combinaciones de tradiciones de todos lados. Los estilos japonés, que cuenta historias y leyendas, y el americano, que colecciona momentos y recuerdos, se mezclaron en una explosión de color y diseño que cambió esta modificación corporal para siempre.

Luego llegó Internet, y los tatuajes se duplicaron, sobre todo desde la aparición de Instagram.

Obviamente con el incremento de tatuados ha aumentado, también se ha disparado el número de arrepentidos, creando una nueva industria multimillonaria que en 2016 facturó 11 mil 600 millones de dólares en el mundo, y se espera que para 2023 esa cifra alcance los 27 mil trescientos millones de dólares que pagarán las ordas de lienzos ambulantes que terminarán retractándose y rectificando su aventura con la tinta.

India, Japón, Estados Unidos, Italia, México y Brasil, en ese orden, son los países que más arrepentidos aporta al mundo de la remoción de tatuajes. Y por supuesto no sólo se trata de razones personales, sino también por la presión o la opinión de terceros.

Las personas que cambian de opinión sobre este asunto nos pueden dar mucha risa, pero la realidad es que la mayoría no se quiere quitar sus tatuajes. Además, hay estudios que muestran que quienes lo hacen sienten una importante mejora de la imagen propia y se sienten mejor con su cuerpo, pues lo consideran como un acto de autocreación cuyo proceso implica no sólo dolor, sino compromiso consigo mismo para lograr ver la imagen que ellos mismos han ideado para portar el resto de sus vidas en su cuerpo.

Además, es cada vez más frecuente que muchas personas con defectos en la piel o cicatrices permanentes opten por acudir al tatuaje para mejorar su aspecto físico.

Pero no sólo los abjurados la tienen difícil, pues el camino del tatuaje todavía es largo en cuanto a prevenir la discriminación laboral y en general contra personas con modificaciones en la piel. Aún existen empresas que en sus reglamentos de reclutamiento, así como los de ética, especifican que para pretender un puesto entre sus filas, no se permiten tatuajes ni perforaciones.

Una encuesta realizada por el sitio OCC Mundial, una bolsa de trabajo digital, señaló que en 2015 el 65% de profesionistas consideró que el uso de tatuajes y perforaciones genera discriminación en el ámbito laboral, y que una de las principales causas para no ser contratados es que su imagen no va con la cultura organizacional, o se ven poco profesionales.

Hay que dejar muy claro que el tatuaje no cambia el carácter ni el valor de las personas. Lo queramos o no, lo desaprobemos o no, la sociedad acepta cada vez más los tatuajes como una manifestación artística, y cada vez menos como un tabú, pues al final es, como muchas otras expresiones humanas, un simbolismo de los ideales personales de cada ser humano.

Quiero agradecer a los podescuchas que amablemente me ayudaron en la producción de este podcast.
  • Araceli Flores
  • Ivonne Marín Valenzuela
  • Luis Vázquez
  • Rocío Zapata
  • Y al tremendo Tachi
Muchas gracias por prestarnos su voz y su opinión, que es la más importante.

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@ELREPORTERO en vivo | José Antonio Zapata Cabral: [PODCAST] Tatuajes: historia de un arte (aún) cuestionado
[PODCAST] Tatuajes: historia de un arte (aún) cuestionado
Hace solo 50 años los tatuajes eran muy inusuales, y hoy están en todos lados.
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