[PODCAST] ¿Son los políticos de hoy narcisistas patológicos?

  El trastorno de personalidad narcisista (que es apenas uno de varios tipos de trastornos de la personalidad) es un trastorno mental en el ...

 

El trastorno de personalidad narcisista (que es apenas uno de varios tipos de trastornos de la personalidad) es un trastorno mental en el cual las personas tienen un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad profunda de atención excesiva y admiración, padecen por ello relaciones conflictivas y muestran una carencia casi total de empatía por los demás. Son aquellas personas que parecen estar enamoradas de sí mismas o, como vulgarmente se dice, “están encantadas de haberse conocido”, y parece ser que esta es una característica que más y más aparece entre los políticos.

Primero hay que explicar qué es el narcisismo sin entrar en los aspectos patológicos de la literatura psiquiátrica, y las investigaciones más recientes han considerado que las dos facetas que se integran en el narcisismo son la búsqueda de admiración y la rivalidad. Ambas sirven para mantener una imagen positiva de uno mismo.

Las personas con rasgos pronunciados de narcisismo tienen una especial habilidad para detectar en qué situaciones pueden o no darse “autopromoción”. En el primer caso, la persona se lanza, de manera absoluta, a la autopromoción, a exhibir sus logros, a intentar seducir al auditorio. En el caso de que el ambiente no sea el más favorable para hablar de sus múltiples éxitos, puede que intente ridiculizar o ningunear a alguno de los que estén siendo el centro de la reunión. A su vez, los comportamientos de autopromoción y de ninguneo podrían provocar reacciones que, o bien generan admiración, o, en caso contrario, rechazo, lo que desencadenaría de nuevo uno u otro proceso. Suena bastante a “político”.

¿Son los líderes políticos más narcisistas que los votantes?

Precisamente porque estas actitudes se multiplican entre quienes buscan posiciones políticas, también en los últimos años se han desarrollado dos interesantes líneas de investigación que relacionan la política con el narcisismo. Por un lado se ha estudiado si los líderes políticos eran, o son, cada vez más o menos narcisistas; y por otro, se intenta averiguar si precisamente los rasgos narcisistas son los que favorecen que las personas que los tienen se involucren en política.

Para resolver la primera cuestión, la doctora Ashley Watts y su equipo de colaboradores llevaron a cabo un estudio en 2013 para conocer el grado de narcisismo de los 42 últimos presidentes de EE.UU., finalizando en George W. Bush, y concluyeron que en la historia presidencial norteamericana se observaba un incremento del grado de narcisismo y que sus líderes tenían rasgos de narcisismo más elevados que la media americana. La parte positiva del estudio fue que los presidentes más narcisos se mostraron más activos a la hora de poner en marcha sus agendas políticas o de afrontar las crisis, así como por su capacidad de persuasión, pero la parte negativa evidenció el elevado número de impugnaciones que recibieron en el Congreso y por sus comportamientos poco éticos.

La segunda cuestión ha sido abordada recientemente en otro estudio que concluyó apenas este 2021 en el que los investigadores analizaron las entrevistas de 5,230 ciudadanos procedentes de Dinamarca y de EE.UU. preguntándoles con qué frecuencia habían participado en firmar peticiones, boicotear o comprar productos por razones políticas, participar en manifestaciones, asistir a reuniones políticas, contactar con líderes, hacer donaciones sociales, contactar con los medios de comunicación y participar en foros políticos.

Los autores hallaron correlaciones positivas entre las puntuaciones en narcisismo y la participación política, tanto en los ciudadanos daneses como en los norteamericanos. Sin embargo, no encontraron ninguna asociación entre el grado de narcisismo y su participación en las votaciones, posiblemente por la elevada participación que hubo ese año en las elecciones danesas (88%).

Otros hallazgos interesantes del estudio fueron que los sujetos con puntuaciones elevadas en búsqueda de autoridad, capacidad de liderazgo percibida, y sentimientos de superioridad, participan frecuentemente en actividades políticas. Para los autores esta asociación tenía bastante sentido: si una persona cree que tiene las cualidades de líder, participar en la actividad política podría ser una forma de ejercer ese sentido de “superioridad moral”.

¿Por qué los líderes narcisistas son más peligrosos en tiempos de crisis?

Los resultados de estas investigaciones indican que los políticos narcisistas pueden obtener resultados positivos, como sería el caso de Alejandro Magno, y también negativos, como el de Benito Mussolini o el de Hitler. Los líderes con acusados rasgos narcisistas suelen ser locuaces, valorados por la facilidad con la que se desenvuelven en las relaciones sociales y por la capacidad para alcanzar la fama, a pesar del acreditado escaso talento. Son muy hábiles en vender sus ideas como innovadoras, cuando en realidad no lo son.

Por el contrario, el lado oscuro de estos líderes se caracteriza por su exceso de confianza a la hora de tomar decisiones, su capacidad para el engaño y su dificultad para aprender de sus errores. Todos ellos anteponen sus deseos a las necesidades de las organizaciones que dirigen y la ausencia de ética en la actividad política se convierte en su criterio a seguir.

El problema es que cuando nos aprietan las situaciones sociales complejas, como las de las crisis económicas, la gente tiende a interpretar las señales que reflejan autoconfianza en sí mismo como indicios de capacidad, y eso es justo el caldo de cultivo perfecto para los “vendedores de humo”, pues su aparente seguridad y confianza en sí mismos puede convencer a muchas personas de que él o ella son los que mejor pueden liderar un país, un estado o un municipio en crisis.

En resumen, todo se convierte en tormenta perfecta: por un lado, una sociedad necesitada de líderes que sean capaces de conducirnos a la recuperación y, por el otro lado, unos “remedos de líderes” capaces de prometer todo lo que ese público está deseando escuchar, pero que una vez que consiguen el poder, terminan ocupándose en lo único que saben hacer, y que es alimentar su vanidad.

El Premio Nobel, Bertrand Russell, lo ejemplificó perfectamente cuando lamentaba el ascenso del nazismo en Alemania: “El problema es que los estúpidos están seguros, y los inteligentes están llenos de dudas”.

Los mercadólogos políticos conocen perfectamente esta dicotomía, y saben explotarla en el diseño de las campañas. Por eso los candidatos con patologías narcisistas tienden a incluir en sus agendas las cosas que “los votantes desean”. Si la sociedad a la que se dirigen estas campañas también padecen de narcisismo elevado, es más probable que el resultado de las políticas que propongan este tipo de políticos se centre en las propuestas del sector del electorado más egoísta.

Maximizar el beneficio personal a costa de los demás

Y ya que hablamos de los ‘electores egoístas’, seguro que usted los tiene bien identificados: son las personas que buscan liderar y tener autoridad sobre otros para maximizar su beneficio personal a costa de los demás. No crea que es un fenómeno exclusivo de México, son hallazgos sociológicos que concuerdan con la teoría de la participación centrada en el interés personal y las motivaciones instrumentales: “voto por los que prometen lo que yo necesito y deseo”.

Así pues, y lamentablemente, entre más profunda sea la crisis que vive una sociedad, es más probable que aparezcan narcisistas patológicos listos para “salvar a su pueblo”, y es cuando las agendas políticas incluyen de forma diferenciada y manifiesta lo que exigen los grupos más activos que, según lo hemos explicado, serían los que poseen mayores rasgos de narcisismo, y por lo tanto afectarían a sectores concretos, haciendo a un lado políticas para el bien común y entregándose a obras inútiles, superfluas y que sólo benefician a muy pocos.

¿Qué alternativas tiene el votante para elegir a sus líderes políticos?, ¿cómo distinguir entre competencia y excesiva autoconfianza?

El peso de la decisión por quién votar es algo realmente difícil, sobre todo en tiempos de crisis. Expertos en liderazgo, como Tomás Chamorro-Premuzic, advierten que, antes de decidir el voto, los ciudadanos deberían analizar la competencia y la sensación de seguridad del líder por el que hayan mostrado simpatía. Y es que hay que dejar muy claro que la competencia se entiende como “lo que uno sabe hacer”, mientras que la autoconfianza es simplemente “lo que uno dice que sabe hacer”.

El problema es que en la mayor parte de los casos, los ciudadanos no disponen del curriculum vitae completo de los políticos, y a veces aunque lo tengan, los mismos políticos se encargan de maquillarlos, por lo que es necesario que el votante esté atento a esas conductas que muestren un exceso de narcisismo. Esto es de vital importancia, porque si los narcisos consiguen gobernar un ayuntamiento, un estado o el país, los efectos negativos suelen ser mucho más devastadores y terriblemente perjudiciales para la democracia y la sociedad, que las posibles ganancias de ser gobernados por uno de ellos.

Retrato de un líder narcisista

Para ahorrarnos la literatura científica, este es el resumen de las características de personalidad de los líderes narcisistas:

• Prometen soluciones rápidas y sencillas que benefician a todos (o que perjudican a un sector de la sociedad sobre el que se lanzan acusaciones de egoísmo).
• Prometen beneficios para el país a costa de ir contra otros países (recuerden eso de “America first” o “Los pobres primero”).
• No tienen respeto por el adversario político.
• No hay empatía por el adversario, ni por la ciudadanía.
• Perseveran en los errores (explicando que lo hacen por convicción de obtener éxito).
• Responden de forma agresiva y despiadada frente a las críticas (especialmente de los medios de comunicación).
• Intentan convencer a los ciudadanos de que ellos o ellas son la única y real alternativa.
• Intentan polarizar la política, lo que les permite ningunear al adversario y hacer alarde excesivo de sus “planteamientos”.
• Exhiben escasos o nulos principios éticos.

Seguramente ya tienes en tu lista a varios narcisistas metidos a políticos que coinciden con muchas o todas las características que acabas de escuchar, y ante la evidencia irrefutable de los escándalos recientes que han salido a la luz, ahora tienes mucho más elementos no sólo para detectarlos, sino también para desenmascararlos entre tus familiares y conocidos y, lo verdaderamente principal, no votar por ellos en estas próximas elecciones.