Los dramas y problemas, que nos suceden hoy, se vuelven triviales con el tiempo y hasta nos provocan risa, así que, ¿para qué esperar?.
Reír es una característica que asociamos a las personas inteligentes, y quien nos provoca la risa constantemente es una persona a la que asociamos con nuestro propio bienestar. Esto se explica perfectamente, ya que la risa libera endorfinas, que es la droga natural de la felicidad, y es una respuesta a la ansiedad, pues relaja los músculos, sobre todo cuando nos ataca una buena carcajada.
La risa y el buen humor hacen las cosas más llevaderas, y ayudan a encarar los problemas con menos miedo, mayor creatividad y con un estado emocional que facilita las soluciones, además de que mejora nuestro sistema inmunológico, reduce los niveles de dolor y, por supuesto, favorece las relaciones de pareja.
De hecho los investigadores Martin Seligman (Universidad de Pensilvania) y Chris Peterson (Universidad de Michigan) aseguran que el humor es una de las principales fortalezas de nuestra especie, porque es un estado de ánimo que hace referencia a cómo nos sentimos en general.
Nos reímos cuando nos sentimos bien, y cuando algo o alguien nos genera una carcajada la dopamina nos inunda con una sensación de placer. El humor es lo que causa la risa: chistes, bromas, despistes, juegos, inocentadas, errores leves, todo aquello de lo que en general nos reímos y que no todos compartimos.
La risa no es sólo cosa de niños, y de hecho es algo muy serio. En la tradición mística oriental el humor es considerado como parte de la madurez. Gandhi y el actual Dalai Lama incluso se reían de circunstancias que para otros pudieran parecer tristes, y de hecho los mexicanos somos expertos en el fino arte de burlarnos de los que para otras culturas puede parecer trágico, vergonzoso o hasta indignante. Nos reímos de la muerte, de los miedos y de lo absurdo como si fuésemos una sociedad de personas que están rematadamente locas.
La risa es en realidad algo muy serio. Filósofos, médicos, psicólogos, psiquiatras y todo tipo de científicos han realizado múltiples investigaciones sobre los mecanismos que nos provocan la risa, y si bien sus análisis nos revelan múltiples teorías, todos ellos concluyen lo mismo: nadie se ha quejado por soltar una buena risotada.
De hecho, según el Manual de Psicología Positiva de Herbert M. Lefcourt, las personas que gestionan el estrés de forma positiva reducen hasta en un 40% la posibilidad de sufrir un ataque al corazón, y viven cuatro años y medio más que las personas que se ponen excesivamente serias cuando les aquejan los problemas.
Sí. Reír por todo y de todo parece muy saludable, pero lo cierto es que hay líneas que no es conveniente cruzar a la hora de pasar por el humor. Obviamente, cuando sólo uno se ríe de lo que ha dicho o de lo que ha pasado, entonces ya se ha ido demasiado lejos, porque esa broma va asociada a la burla y a la humillación. Tampoco es simpático reírse de temas sensibles. Hacer chistes machistas delante de una víctima de maltrato seguro que no tiene gracia alguna. Se trata de ser gracioso y reírse con la gente, no de la gente.
Cierto es que todos queremos ser felices, y buscamos circunstancias, actividades y personas que nos induzcan ese estado. Ser un “sangrón” es algo que nadie quiere, porque es más fácil estar cerca de una persona que sonríe que una con cara seca y mustia todo el tiempo. Los que ven el lado gracioso de la vida dan la sensación de tener más control, y por ello son más atractivos, porque deciden el valor de los problemas y no dejan que estos los abrumen.
Ser gracioso no tiene que ver sólo con lo que se dice. Hay personas que son graciosas por su tono de voz, por cómo gesticulan, por lo rápido que hablan o por su agilidad mental. Los juegos de palabras o chistes cortos son magníficos para provocar risas. Sonreír es un detonante infalible para que otros lo hagan. Hacer el comentario oportuno es una maravillosa forma de hacer explotar las carcajadas y, por encima de todo, no tomarse uno mismo tan en serio es el método cumbre de la habilidad de hacer que los demás muestren amplias sonrisas.
Las incongruencias divertidas también son una fuente de jolgorio abundante y ameno. Decía Groucho Marx: “Fuera de un perro, un libro es el mejor amigo del hombre. Dentro de un perro, está demasiado oscuro para leer”.
Por supuesto, es vital no abusar de la ironía, y las bromas a destiempo son de lo más molesto que hay. Es muy importante tener en cuenta con quién se está relacionando, porque no son lo mismo las bromas en el trabajo que con la familia, o ante mucha gente.
Como decíamos, las anécdotas y los chistes cortos también son la llave mágica para que la hilaridad haga su magia:
“Sherlock Holmes y el doctor Watson se van de campamento. Arman su casa de campaña bajo las estrellas y se van a dormir. En algún momento de la noche, Holmes despierta a Watson y dice:
–Watson, mira las estrellas y dime qué ves.
–Veo millones y millones de estrellas –responde Watson.
–¿Y qué deduces de esto? –le pregunta Holmes.
–Si hay millones de estrellas, y solo unas pocas tienen planetas, es muy posible que haya planetas como la Tierra allí fuera. Y si existen algunos planetas como la Tierra, también es posible que haya vida.
–Watson, no seas idiota –replica Holmes–. ¡Quiere decir que nos han robado la casa de campaña!”.
O más todavía cuando nos desternillamos de risa con los chistes de gallegos:
–Mamá ¿qué haces en frente de la computadora con los ojos cerrados?
–Nada hijo, es que Windows me dijo que cierre las pestañas…
Y, sin duda alguna, ya sabemos que Pepito es garantía de risas:
La maestra le pregunta a Pepito:
–Pepito, ¿cómo se dice en inglés "El gato se cayó al agua y se ahogó"?
–Fácil maestra, The cat cataplum in the water glugluglu and not mas miau miau.
Los dramas y problemas, que nos suceden hoy, se vuelven triviales con el tiempo y hasta nos provocan risa, así que, ¿para qué esperar?. El momento de reír es hoy.
