La rabieta de Andy bebé Tras el desastre electoral en Durango y Veracruz, Morena salió corriendo a aplicar un "control de daños"...
La rabieta de Andy bebé
Tras el desastre electoral en Durango y Veracruz, Morena salió corriendo a aplicar un "control de daños" que terminó siendo un espectáculo tragicómico digno de un reality show barato.
Pero, como siempre, el verdadero drama no fue la derrota, sino el berrinche de Andy (perdón, Andrés Manuel, porque exige que lo llamen como a su papá).
Después de ver su patético despliegue de autojustificaciones, quedó claro que su mayor mérito en el movimiento no es su liderazgo, su inteligencia o su carisma, sino… ¡llevar el mismo nombre que el Mesías Tropical!
Andy bebé demostró que heredó más que el nombre: también adoptó el llanto victimista y la incapacidad épica para asumir errores.
Vaya legado: un niño llorón que, como su progenitor, cree que la culpa siempre es de los demás. ¿Será que en Morena el nepotismo no solo reparte puestos, sino también defectos?
---
‘Pa trás los fielders
La presidenta Claudia Sheinbaum tenía en su impecable agenda —tan bien planificada como los cortes de agua en CDMX— un viaje a Guerrero, donde pretendía repartir sonrisas y salud en Tlapa.
Pero, oh sorpresa, los maestros de la CETEG, expertos en convertir cualquier acto oficial en un performance de caos, decidieron recordarle que en Guerrero no se juega.
Ante la disyuntiva de enfrentar bloqueos, gritos y tal vez algún petardo "educativo", la mandataria optó por la estrategia preferida de este gobierno: la retirada elegante.
Así que, en un giro digno de misión fallida, redirigió su comitiva al Estado de México, donde —se supone— las protestas son menos explosivas y más instagrameables.
Decisión sensata, sí… o quizá solo otra muestra de que gobernar es como jugar al whac-a-mole: cuando sale el problema en un lado, te cambias a otro y esperas que nadie note el patrón de caos que va dejando tu forma de gobernar.
---
Maestros del desastre
La CNTE, en un acto de coherencia histórica, decidió que dialogar con el gobierno es como pedirle peras al olmo: bonito en teoría, pero inútil en la práctica. A pesar de las "propuestas definitivas" de Mario Delgado (SEP) y Rosa Icela Rodríguez (Gobernación) —frases que, en este sexenio, suenan tan creíbles como "ya casi baja la gasolina"—, los maestros optaron por su lenguaje favorito: el de los bloqueos, las pancartas y el arte performático del caos vial.
El SNTE, preocupado por su próximo evento VIP, quedó como el convidado de piedra: indignado, pero tan útil como un paraguas en un huracán. Mientras, la SEP sigue en su eterna disyuntiva entre "¿en qué momento se nos fue todo al carajo?" y "bueno, al menos no es 2013… todavía".
En esta épica batalla por derechos laborales, ya no son solo los documentos los que arden… también la paciencia de un país harto de ver el mismo circo con distintos payasos. Y mientras, Sheinbaum, en algún lugar entre el "yo sí les creo" y el "¿y por qué no mejor los ignoramos?", sigue buscando una estrategia que no implique rendirse o reprimir… aunque ambas le quedan bien.
---
Saldos de vergüenza
¡Y Hugo Aguilar Ortiz arrasó! No con el corazón del pueblo, claro, sino con el 13% de participación y una lluvia de votos nulos que bien podrían ser lágrimas de la justicia. Con más de 6 millones de sufragios (y otros tantos bostezos), el nuevo presidente de la SCJN es la joya de la corona de la bancada togada morenista: un triunfo tan contundente como sospechoso, como cuando tu mamá te dice "todos votaron por ti" en las elecciones familiares del viaje anual.
Lenia Batres, Yasmin Esquivel, Loretta Ortiz y Estela Ríos completan el dream team judicial del régimen, porque en la Cuarta Transformación hasta la justicia viene en combo. ¿El problema? No es la mayoría, es la legitimidad de cartón que se cae con un soplido. El INE, con Guadalupe Taddei como maestra de ceremonias, insiste en llamar "ejercicio democrático" a esto… lo mismo que podríamos llamar "gastronomía fina" a una torta de tamal.
Y la oposición… ah, sí, esa cosa que alguna vez existió. Ni Jorge Álvarez Máynez ni Alejandro Moreno (alias "Alito", el fantasma del PRI) supieron qué hacer. Su estrategia fue el silencio cómplice, como cuando ves que a tu ex le va mal y decides no decir "te lo dije" (pero lo piensas muy fuerte). Ganaron, sí… pero en la categoría "desinterés absoluto".
En resumen: la SCJN ya es otra sucursal de Morena, el INE hace como que cuenta y la oposición hace como que existe. Democracia, versión 4T: donde el único voto que importa es el que no se emitió.
---
Denle una beca para AA
Jorge Álvarez Máynez, el eterno "candidato joven" que MC sigue reciclando como botella de plástico, ha vuelto a protagonizar su reality show favorito: "¿Quién quiere ser dirigente sobrio?". Tras ser filmado —otra vez— más perdido que becario del INE en casilla rural durante el concierto de Carín León, el emecista hizo lo que cualquier político haría al verse expuesto: prometer "cambiar" con la misma convicción con la que juró que ganaría la presidencia.
"No me escudo en mis aciertos", declaró con solemnidad, lo cual es fácil de decir cuando tus "aciertos" son tan invisibles como el programa de gobierno de MC. Sus adversarios, por supuesto, no han desperdiciado la oportunidad de recordarle que, en este país, un político ebrio es como un tigre de papel: da pena, pero no asusta.
La autocrítica de Máynez suena tan genuina como promesa de campaña: "Lo voy a hacer mejor", dijo, mientras sus compañeros de partido intercambian miradas de "¿otra vez?". Quizá el verdadero problema no sea que se emborrache, sino que MC sigue apostando por un líder cuya mayor habilidad es tropezar… y no precisamente con las ideas.
Moraleja: En la política mexicana, puedes ser un desastre, pero si pides disculpas con cara de arrepentido, te dan otra oportunidad. ¿Próximo acto? Máynez promete acordarse dónde dejó la presidencia de MC... desde el bar.
Si los votos fueran como las copas, MC ya tendría mayoría absoluta en ambas cámaras.
---
El divorcio de los amos del universo
Parecía el inicio de una mala película de Marvel: "Los plutócratas unidos", un ejército de tecnócratas y billonarios rediseñando el mundo entre sorbos de whisky caro y reuniones en islas privadas. Pero el guión se torció más rápido que el valor de las criptomonedas de Musk. Trump y el "Tony Stark con crisis de mediana edad" ahora están en guerra, destapando cada uno los trapos sucios del otro como si fueran comadres en un grupo de WhatsApp.
Por un lado, Elon —el genio que nos prometió colonizar Marte pero no puede habitar el sentido común— queda al descubierto: resulta que su "revolución verde" incluía manotazos a subsidios públicos (¡capitalismo de amigos, qué sorpresa!). Y del otro, Trump, cuya asociación con Jeffrey Epstein vuelve a flotar como el mal olor en un yate de lujo, recordándonos que en la élite, las "reuniones de negocios" a veces incluyen más de lo que el FBI aprueba.
¿El resultado? Un espectáculo patético donde los "amos del universo" se despedazan como lobos en Wall Street, demostrando que su única ideología real es el ego. Y mientras, el mundo mira entre risas y asco: ¿esto era el "gobierno de los ricos inteligentes"? Parecen más bien adolescentes ricos con acceso a cuentas de Twitter verificadas.
---
Y Ovidio canta así (parte 2)
Hoy viernes , en el gran teatro de la justicia estadounidense, Ovidio Guzmán, el heredero del Chapo que alguna vez creyó que la impunidad era un derecho de familia, cambiará su declaración de "inocente" a "culpable", en un guión tan predecible como el final de una telenovela de narcos. ¿El motivo? Un trato especial: reducir su condena o entrar al programa de testigos protegidos, donde podrá disfrutar de su nueva vida como youtuber del crimen organizado, revelando secretos a cambio de no pisar una prisión de máxima seguridad (o al menos, no por mucho tiempo).
Lo más gracioso del asunto no es que Ovidio haya decidido cantar (al fin y al cabo, en el narco, la lealtad dura lo que un billete de 500 en un tianguis), sino el pánico que debe estar recorriendo las espinas dorsales de medio México político. Porque es vox populi que el Cártel de Sinaloa no solo traficaba drogas, sino que también financía campañas, compra gobernadores y probablemente patrocina presidencias. ¿El resultado? Funcionarios y exfuncionarios de todos los partidos sudando frío, preguntándose si su nombre saldrá en la lista de "colaboradores especiales" que Ovidio entregará con más entusiasmo que influencer promocionando una marca desconocida.
Y por si el drama fuera poco, ahora aparece Marco Rubio, el secretario de Estado estadounidense, planeando una visita relámpago a México. ¿Coincidencia?
Si Ovidio empieza a mencionar nombres, hasta AMLO podría extrañar los tiempos en que el peor escándalo era la "Estafa Maestra".
