Ser un humano es difícil, pero no tiene por qué ser tan difícil, y si miramos activamente descubriremos que la vida es mucho mejor de lo que creemos.
Vivimos inmersos en una insatisfacción crónica que nos hace mirar hacia afuera con envidia y hacia adentro con decepción. La cultura pop, la publicidad y las redes sociales empeoran esto al recordarnos que aspirar a algo menos que el trabajo de nuestros sueños es un fracaso, que necesitamos tener grandes experiencias constantemente, ser convencionalmente atractivos, tener muchos amigos, encontrar nuestra alma gemela y que los otros que tienen todas estas cosas son verdaderamente felices.
Y, por supuesto, alrededor de nosotros hay una gran variedad de productos de superación personal que se la pasan todo el tiempo insinuando que todo es culpa nuestra por no trabajar arduamente en nosotros mismos.
En las últimas dos décadas los científicos conductuales han comenzado a investigar cómo podemos contrarrestar estos impulsos, y en ese inter el campo de la psicología positiva surgió, convirtiéndose en el estudio de lo que hace que valga la pena vivir, mientras que otra vertiente, la terapia cognitivo-conductual, se desarrolló para cambiar los sentimientos negativos.
Los científicos comenzaron a preguntarse: ¿por qué algunas personas están más felices y más satisfechas que otras? y en consecuencia, también se preguntaron si existen otras formas de aplicar lo que esas personas están haciendo bien para el resto de nosotros.
En este podcast hablaremos sobre una de las herramientas más efectivas y contundentes que usan las personas que todo el tiempo se la pasan haciendo amigos y que son buenas para enfrentar los problemas de la vida diaria. Es prácticamente un auténtico antídoto contra la insatisfacción, y se llama: Gratitud.
Hacer uso de la gratitud puede sonar como otra tendencia de superación personal de las que predican personas que sólo saben hablar usando hashtags, pero no. Resulta que lo que conocemos actualmente sobre la gratitud se basa en múltiples estudios, investigaciones y análisis multidisciplinarios y de profundo trabajo científico.
Y de entrada, es necesario aclarar que la gratitud puede significar cosas muy diferentes para diferentes personas en diferentes contextos, pero se trata básicamente de un rasgo de carácter, un sentimiento, una virtud y un comportamiento. La gratitud se puede sentir hacia alguien que hizo algo por ti, por eventos aleatorios como el clima, o incluso por lo que nos muestra la naturaleza, o por el destino, y esta sensación está profundamente conectada a nuestra biología.
El antecesor de la gratitud es la reciprocidad, evolucionó como una señal biológica que motiva a los animales a intercambiar cosas para su beneficio mutuo, y se puede encontrar en el reino animal entre ciertos peces, pájaros o mamíferos, pero especialmente en los primates, de los cuales formamos parte. Cuando nuestro cerebro reconoce que alguien ha hecho algo bueno por nosotros, reacciona con gratitud para motivarnos a retribuirles. Esta gratitud hace que nos preocupemos por los demás, y a su vez provoca que otros se preocupen por nosotros.
Este mecanismo biológico es muy importante, porque a medida que los cerebros humanos fueron mejorando durante nuestra evolución de primates a humanos en la lectura de las emociones, los individuos egoístas, o malagradecidos, fueron identificados y rechazados cada vez mejor, y esto se convirtió en una ventaja evolutiva para sobrevivir, porque sirvió para jugar bien con los demás y construir relaciones duraderas que aseguraron nuestra capacidad de soportar mejor la vida como especie. Nuestros antepasados hicieron justamente eso para forjar lazos y amistades y eso mejoró sustancialmente nuestra capacidad de sobrevivir, y por ello las primeras formas de gratitud fueron mecanismos biológicos que modificaron profundamente nuestro comportamiento en dirección a la cooperación, lo que ayudó a los humanos a dominar la Tierra.
Pero con el tiempo la gratitud se convirtió en algo más que un impulso para jugar limpio.
Los científicos descubrieron también que la gratitud estimula las vías cerebrales involucradas en los sentimientos de recompensa, formando vínculos sociales e interpretando las intenciones de los demás. También facilita guardar y recuperar recuerdos positivos. Incluso la gratitud contrarresta directamente los sentimientos y rasgos negativos como la envidia y la comparación social, el narcisismo, el cinismo y el materialismo. Como consecuencia, las personas que están agradecidas, sin importar por qué lo estén, tienden a estar más felices y más satisfechas, tienen mejores relaciones y se les facilita hacer amigos, duermen mejor, tienden a sufrir menos de la depresión, de las adicciones y del agotamiento y son mejores para lidiar con eventos traumáticos.
En cierto modo, la gratitud hace que sea menos probable que caigamos en una de las trampas psicológicas que la vida moderna nos ha preparado. Por ejemplo, la gratitud contrarresta de manera medible la tendencia a olvidar y minimizar los eventos positivos. Si trabajamos mucho y muy duro para obtener algo, puede suceder que cuando lo obtenemos terminamos sintiéndonos tontos y vacíos, y encontrarnos emocionalmente de regreso justo donde empezamos, para volver a tratar de lograr la-próxima-gran-cosa y en busca de una nueva satisfacción, en lugar de estar satisfechos con nosotros mismos.
Seguramente te ha pasado que de repente te sientes solo y con ganas de tener más amigos. En realidad, es posible que tengas a alguien, o incluso a varias personas, que quieran pasar contigo el rato, pero puedes sentir que esto no es suficiente, que eres un perdedor y te sientes mal contigo mismo, por lo que tu tendencia es rechazar los intentos de esas personas de pasar el rato contigo, y terminas sintiéndote más solo.
Si haces un esfuerzo y tratas de sentirte agradecido por tus relaciones, aunque sean pocas, podrías entonces abrirte a aceptar invitaciones o incluso tomar la iniciativa. Cuanto más frecuentemente corras el riesgo de abrirte, mayores serán las posibilidades de consolidar esas relaciones y, aún mejor, conocer gente nueva.
En el mejor de los casos, la gratitud puede desencadenar un ciclo de retroalimentación. Los sentimientos positivos conducen a un comportamiento más pro-social que conduce a más experiencias sociales positivas que causan más sentimientos positivos. Esta es una experiencia común que comparten personas que han pasado por problemas graves de salud, como por ejemplo quienes han pasado por la quimioterapia. La vida puede sentirse asombrosa después de que una crisis de ese calibre ha terminado. Las cosas más pequeñas pueden ser fuentes inagotables de alegría, desde poder saborear comida deliciosa y hasta simplemente sentarse al sol o conversar con un amigo.
Objetivamente, nuestra vida es la misma o incluso un poco peor que antes con todo esto de la pandemia, pero nuestro cerebro compara nuestras experiencias actuales con los momentos en los que la vida era realmente mala y reacciona con gratitud. Así que, en pocas palabras, la gratitud vuelve a centrar nuestra atención en las cosas buenas que tenemos, y las consecuencias de este cambio son mejores sentimientos y experiencias más positivas.
Obviamente, después de escuchar esto, uno se pregunta cómo hacerle para sentir más de esa gratitud y cómo hacerla más frecuente, y la realidad es que la capacidad de experimentar más o menos gratitud no se distribuye por igual. Cada uno de nosotros tiene lo que se conoce como un rasgo de gratitud, que determina cuánto podemos sentirlo, y ello depende de nuestra genética, nuestra personalidad y nuestra cultura.
Este descubrimiento hizo que los científicos se preguntaran si es posible diseñar ejercicios que cambien nuestro rasgo de gratitud y que nos lleven a una mayor felicidad.
Aún no está del todo claro hasta qué punto se puede entrenar la gratitud o cuánto duran los efectos. No hay píldoras mágicas para la felicidad y la vida es complicada. En algunos días parece que tenemos control de nosotros mismos, y en otros días sentimos que no podemos aguantarnos ni nosotros mismos. Y esto está bien, porque a veces perseguir como locos la felicidad puede hacernos más infelices si nos presionamos demasiado.
La gratitud tampoco debe verse como una solución a la depresión, y mucho menos como un sustituto de la ayuda profesional. Puede ser una pieza del rompecabezas, pero no es la solución del rompecabezas.
El ejercicio de gratitud más fácil, con la investigación más sólida detrás de esto, es tener un diario de gratitud. Esto significa sentarte unos minutos, una o hasta tres veces a la semana, y escribir de cinco a diez cosas por las que estás agradecido. Puede que parezca raro al principio, así que comienza con algo simple, como lo bueno que fue el café de la mañana o porque alguien fue amable contigo. Poco a poco puedes incluir más cosas, como el apreciar algo que alguien más hizo por ti, o reflexionar sobre qué cosas o personas extrañarías si se fueran y si estás agradecido que estén aún en tu vida.
Uno puede sentirse tentado a pensar que no puede ser así de simple poder mejorar nuestra actitud, pero numerosos estudios aplicados a participantes de este tipo de ejercicios informaron sentir más felicidad y una mayor satisfacción general con la vida después de escribir en su diario de gratitud durante por lo menos cuatro semanas. Y por si fuera poco, se encontró que estas personas mostraron cambios en la actividad cerebral luego de algunos meses después de que terminaron con el ejercicio de escribir sus razones por las que debían estar agradecidos. Practicar la gratitud quizás sea una forma real y científicamente comprobada de reprogramar el cerebro.
Los resultados de esta investigación muestran que nuestras emociones no son fijas. Al final, la forma en la que experimentamos la vida es una representación de lo que creemos sobre ella. Si atacamos nuestras creencias centrales sobre nosotros mismos y nuestra vida, podemos cambiar nuestros pensamientos y sentimientos, lo que automáticamente cambia nuestro comportamiento.
Es bastante sorprendente que algo tan simple como la autorreflexión pueda cambiar los patrones de la química de nuestro cerebro para combatir la insatisfacción, y si esto no es un motivo para ser más optimistas, entonces ¿qué motivo lo es?.
Ser un humano es difícil, pero no tiene por qué ser tan difícil, y si miramos activamente podremos descubrir que nuestra vida es mucho mejor de lo que pensamos.
