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[PODCAST] ¿Suerte o trabajo duro?: la influencia del azar en nuestro camino al éxito

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Cuando la competencia es feroz, tener talento y ser trabajador es importante, pero no suficiente, para garantizar el éxito: necesitas mucha suerte.

Durante la cuarentena por el covid fue recurrente que muchos varones, prácticamente la mitad, estuvieran de acuerdo en que los hombres hacen la mayor parte de la 'escuela a distancia', mientras que sólo 3% de las mujeres están de acuerdo con ese argumento.

No se trata de debatir sobre quién tiene la razón, sino porque es uno de los mejores ejemplo de algo llamado "sesgo egocéntrico", en el que la mayor parte de la gente cree que hace la mayor parte del trabajo. Por ejemplo, investigadores han preguntado a autores de artículos compartidos qué porcentaje del trabajo hicieron ellos personalmente, y cuando se suman esos porcentajes el total es en promedio un 140%

Cuando a las parejas se les pide que estimen qué tanto del trabajo casero hacen, el total combinado es casi siempre más de 100%

Vale pensar que esto se debe a que la gente quiere parecer más útil de lo que realmente es. Pero no es así. Cuando a las parejas se les pregunta cuántas de sus peleas las empiezan ellos, o cuánto del desastre en casa es suyo, el total es, de nuevo, mayor a 100%. La gente cree que hace más del trabajo, pero también que causan la mayor parte de los problemas.

Así que, ¿por qué pasa esto?

Pasa porque tú experimentas y recuerdas vívidamente todo lo que tú haces, pero no todo lo que los demás hacen, así que naturalmente sobreestimas tus propias contribuciones y subestimas las del resto. Este sesgo nos lleva a subestimar la influencia de otras cosas en nuestra vida, así como el rol que la suerte juega en nuestro éxito.

Un ejemplo peculiar de este fenómeno son los jugadores de hockey sobre hielo: si le preguntas a un jugador profesional de hockey cómo logró llegar a la NHL podrían mencionar su trabajo duro, determinación, grandes entrenadores, la voluntad de sus padres para levantarse a las 5 AM y así, pero probablemente no reconocerán lo afortunados que son por haber nacido en enero, y es que resulta que el 40% de los jugadores de hockey seleccionados en ligas de élite son nacidos en el primer trimestre del año, comparado con sólo el 10%, en el cuarto trimestre porque resulta que la fecha de corte para las ligas infantiles de hockey es el 1 de Enero. Esos que nacieron en la primera parte del año son un poco mayores, por lo tanto en promedio más grandes y veloces que aquellos en su liga que nacieron más tarde en el año. A medida que crecen, esta diferencia debería eventualmente reducirse a nada pero no lo hace, porque los niños que muestran ser más prometedores reciben más tiempo en el hielo y entran a más torneos donde reciben mejor entrenamiento y adquieren más habilidades y estas ventajas se acumulan año tras año, así que para cuando llegan a ser profesionales, las fechas de nacimiento están fuertemente inclinadas hacia el inicio del año. 

¿Algún jugador profesional se siente agradecido por su fecha de nacimiento?, probablemente no, y todos somos así: enormemente ciegos a la sucesión de eventos que sostienen nuestro éxito.

Probablemente la parte más significativa de nuestra suerte que muchos de nosotros disfrutamos es el haber nacido en un país próspero -y aunque no lo creas y te parezca difícil de creer, México aún es considerado un país en el límite de la prosperidad-. Cerca de la mitad de la variación en ingresos recibidos por la gente alrededor del mundo tiene mucho que ver con su país de residencia y la distribución de ingresos de ese país.

Si naciste en Burundi, por ejemplo que tiene los menores ingresos per cápita del mundo con solo 6,200 pesos al año,  no importa lo inteligente que seas o lo duro que trabajes, es poco probable que ganes mucho como resultado. En comparación, el ingreso per cápita en México es de poco más de 200 mil pesos al año. Por supuesto que no es mucho, pero definitivamente nada que ver con la brutal pobreza de quienes viven en Burundi, y sin duda que allá hay gente igual de trabajadora e inteligente que acá, pero eso sí, tienen muchísimas menos oportunidades.

Mucha gente se ofende cuando se les hace ver el gran papel que jugó la suerte en su éxito, y es entendible. Si de pronto nos sorprenden con nuestra historia en la que solo somos el producto de nuestras circunstancias, entonces nuestro trabajo duro y talento parecen no contar para nada. La gente siempre tiende a creer que debe ser sólo su habilidad, y no su suerte, la que explique su éxito, pero la verdad es que si no tiene ambas, entonces está frito.

Y para muestra, otro ejemplo en el mundo de los deportes. Los ocho atletas que consiguieron récords mundiales en atletismo son obviamente el top de su clase, extremadamente dedicados y talentosos, y aun así cuando consiguieron sus récords mundiales, 7 de 8 tuvieron viento a favor. Todos estos atletas tenían las habilidades para ganar una medalla de oro, pero fijar una nueva marca mundial requiere un poco de suerte también.

La importancia de la suerte aumenta a medida que crece el número de postulantes que intenta acceder a unos pocos lugares. Basta revisar la más reciente clase de astronautas de la NASA: de más 18,300 postulantes en 2019, solo 11 fueron seleccionados y lograron graduarse en el programa de entrenamiento para astronautas. 

Asumamos que los astronautas son elegidos mayormente en base a habilidad, experiencia, y trabajo duro, pero también, digamos... con un 5% como resultado de la suerte o circunstancias afortunadas. Y ¿cuántos de estos astronautas habrían sido elegidos en el top 11 basados sólo en habilidad?. De acuerdo a un estudio de 2018, sólo 1,6 % de ellos lograrían entrar al programa si se les eligiera exclusivamente por su habilidad, lo que significa que 9 o quizás 10 de los 11 postulantes seleccionados habrían sido diferentes si la suerte no jugara ningún papel.

Cuando la competencia es feroz, tener talento y ser trabajador es importante pero no es suficiente para garantizar el éxito, también necesitas tener suerte.

En gran parte creo que no somos conscientes de nuestra suerte, porque por definición no es algo que hayamos hecho, como lo es el trabajo hogareño hecho por tu pareja y que pasa desapercibido. Y aquí está lo loco del asunto: subvalorar el impacto de eventos fortuitos puede de hecho mejorar tus probabilidades de éxito. Porque si percibes un resultado como incierto es menos probable que inviertas esfuerzo en ello, lo cual puede reducir tus probabilidades de conseguirlo. Así que es un engaño útil creer que estás en completo control de tu destino.

Hablaré en primera persona sobre esto: de haber sabido los problemas, costos, carencias y líos que habría de pasar cuando empecé en el periodismo, probablemente me habría rendido en ese momento.

Puede que haya otro beneficio al ignorar tus rachas de suerte: hace más fácil justificar tu lugar en la sociedad, si tienes mucho patrimonio o poder, puedes simplemente achacárselo a tu propia inteligencia, esfuerzo y perseverancia, y hace más fácil aceptar la desigualdad.

En un experimento de 2014, los participantes fueron puestos en grupos de a tres en pequeñas habitaciones, para discutir un complejo problema moral, y una persona en cada grupo fue aleatoriamente designada el líder del grupo, media hora más tarde el experimentador volvió con 4 galletas para cada equipo, y ¿quién se quedó con la galleta extra?. Pues sí, en todos los casos el líder de grupo se la quedó, incluso cuando no tenían aptitudes especiales, ni responsabilidades extra y habían recibido su puesto sólo por azar.

Cuando has conseguido cierto estatus, parece natural sentir que lo mereces junto a todas las otras cosas buenas que vienen juntas.

Viene a mi mente otra serie de anécdotas que tienen que ver con los vuelos en avión, y es que cuando a alguno del grupo de reporteros les tocó una mejora del pasaje para viajar en clase ejecutiva, casi invariablemente se volvían altaneros, prepotentes y descorteses con el resto del grupo.

En otro experimento de 2019, a los participantes se les pidió que pensaran en alguna cosa buena que les hubiera pasado recientemente. Y luego a un grupo se le pidió que listaran sus propios méritos personales o acciones personales que hicieron que esa cosa buena pasara. A otro grupo se le pidió que listara factores externos que lo propiciaron, más allá de su control, y el grupo de control simplemente listó razones por las que esa cosa buena les había pasado. Por completar esta tarea, a los participantes se les dijo que recibirían un dólar, pero al final se les ofreció la opción de donar parte o la totalidad a la caridad. Los resultados mostraron que aquellos que listaron sus propios atributos personales contribuyeron en 25% menos que aquellos que listaron factores externos más allá de su control.

Ahora piensa en lo que todo esto significa para la gente en nuestra sociedad, específicamente para gente en posiciones de poder, como los políticos. Indudablemente la mayor parte de ellos es talentoso y trabajador, pero también han sido más afortunados que la mayoría. Y como la mayor parte de nosotros no se dan cuenta de cuán afortunados son, esto les da una visión distinta a la realidad que vive el resto de la gente. Es un fenómeno psicológico que incluso tiene nombre: sesgo del superviviente, que es la falacia lógica que consiste en concentrarse en las personas o cosas que superaron un proceso de selección pasando por alto a aquellas que no lo hicieron, típicamente por su falta de visibilidad. Esto puede conllevar a conclusiones falsas de muy diferentes formas.

Todos estos líderes han trabajado duro y finalmente triunfado, así que para ellos el mundo parece ser justo. En su experiencia, se premia al trabajo duro. Pero lo que no tienen es la experiencia de toda la gente que ha trabajado duro y fracasado. Así que ¿qué podrían pensar de gente menos exitosa que ellos?. Bueno, la conclusión natural es que deben ser simplemente menos talentosos, o menos trabajadores, y esta perspectiva los hace menos proclives a ser generosos para tenderle la mano a los menos favorecidos, y terminan siendo ellos los que fijan las reglas según las cuales la sociedad opera.

Esto es particularmente desafortunado, ya que una de las principales formas en las que muchos de nosotros somos afortunados es por las oportunidades que brinda nuestro país de residencia. Y aunque no lo creas, México es uno de los países que, aún a pesar de las actuales circunstancias políticas, ofrece mejores condiciones que muchos otros países en vías de desarrollo. Y si lo vemos con detenimiento, ¿que es en realidad un país?, pues es la suma de cosas, instituciones, infraestructura, caminos, escuelas, transporte público, servicios de emergencia, aire y agua limpios que otras personas dejaron aquí para nosotros.

Que seamos de forma biológica tan cruelmente egoístas parece un truco malvado de nuestra sicología, sobre todo en el caso de la gente exitosa que, sin malicia, le dará el crédito por su éxito a su propio trabajo e ingenio, y por lo tanto se siente inclinada a contribuir lo menos posible a mantener las mismas circunstancias que hicieron ese éxito posible en primer lugar.

Las buenas noticias son que reconocer nuestras circunstancias afortunadas no solo nos acerca más a la realidad, sino que también nos hace más agradables.

En un estudio de 2018, en el que la gente tenía que leer la transcripción de una entrevista ficticia de 60 minutos con un emprendedor de la industria biotecnológica, los experimentadores probaron cambiando solo el último párrafo, donde el entrevistado habla sobre las razones para el éxito de su compañía. En una versión el entrevistado ficticio se da a si mismo crédito por el éxito que había tenido, pero en la otra se cambiaba la versión por una en la que confesaba la suerte jugó un rol significativo. La gente que leyó la versión "suertuda" de la transcripción juzgó al entrevistado como más amable, y dijo que sería más probable que fueran amigos cercanos que aquellos que leyeron la versión "egoísta" del texto.

Elevar nuestra conciencia acerca de los eventos fortuitos también puede hacernos más felices, porque nos permite sentir gratitud.

Personalmente le estoy agradecido a Matías Lozano Díaz de León, que fue mi jefe en el canal 6 hace ya treinta años, por darme bases sólidas para dejar el aspecto técnico de la televisión e inclinarme hacia el periodismo, y a don Francisco Gamboa, exdirector del periódico El Sol del Centro, quien me recomendó para intervenir en la creación de campañas publicitarias que catapultaron mi trabajo y, sobre todo, me introdujo con muchas personas con quienes trabajé y de quienes aprendí lo necesario para estar hora aquí frente a ustedes y ante este micrófono.

Nuestras cicunstancias y sicología conspiran para hacernos ciegos frente a nuestra propia suerte, esto hace que la gente exitosa vea el mundo como justo, y a aquellos menos exitosos que ellos como menos talentosos o menos trabajadores, y esto es antes de que incluyas cualquier discriminación o prejuicio.

Usualmente el podcast de @elreportero ofrece posibles soluciones y sugerencias, pero en esta ocasión el mejor consejo es paradójico: debes creer que estás en completo control de tu destino y que tu éxito depende solo de tu propio talento y trabajo duro, pero también debes saber que eso no es verdad ni para ti ni para nadie, y debes recordar que, si llegas a tener éxito, la suerte jugó un rol significativo, y dada tu buena fortuna deberías hacer lo que puedas por incrementar la suerte de otros.

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@ELREPORTERO en vivo | José Antonio Zapata Cabral: [PODCAST] ¿Suerte o trabajo duro?: la influencia del azar en nuestro camino al éxito
[PODCAST] ¿Suerte o trabajo duro?: la influencia del azar en nuestro camino al éxito
Cuando la competencia es feroz, tener talento y ser trabajador es importante, pero no suficiente, para garantizar el éxito: necesitas mucha suerte.
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